sábado, 6 de octubre de 2012

La Que Se Avecina, en otro universo

 
Las comparaciones son odiosas. Frase hecha y muy manida, pero no por ello menos cierta. Pongamos el caso de una serie de humor como La Que Se Avecina, creada por Daniel Deorador junto a Alberto y Laura Caballero. El 22 de abril de 2007 se estrenaba en Telecinco cargando ya de antemano con un peso enorme, un peso de bola de demolición, bola que casi termina por derruir el programa en sus primeros capítulos. Me refiero al elevado listón que había dejado al proyecto otra serie de dos de los tres creadores de la citada sitcom: Aquí No Hay Quien Viva. Durante tres años y cinco temporadas, la que se conocía en los foros de Internet como ANHQV, logró reinventar la comedia de situación nacional, rozando en sus últimas temporadas el humor más desmelenado; ya no eran solamente vidas que se cruzaban en una escalera de edificio de viviendas propiciando las risas por medio de guiones magníficamente estructurados, en las dos últimas temporadas los mismos personajes habían capturado al elenco de actores y todos lograban así una soltura envidiable, real. Sus roles resultaban icónicos (Emilio, Lucía “qué mona va esta chica siempre” La Pija, Mauri, Juan “váyase, señor Cuesta”, Paco, Bea, Mariano, y un desternillante etcétera) y las muletillas de los mismos tomaron la calle, la cultura popular, haciéndose tan famosos como los «¿cómorrrr?» y los «¿te das cueeeennnn?» de Chiquito de la Calzada –al que el desaparecido Pepe Carroll siempre se empeñaba en llamar “de la Calsáaa”, en el hoy difunto espacio de chistes Genio y Figura–.
 
Pero, como decía, llegó abril de 2007 y La Que Se Avecina. Todos los que habíamos seguido con verdadera devoción y fervor Aquí No Hay Quien Viva estábamos dispuestos a dejarnos atrapar por esta especie de... de... ¿de continuación, de saga, de reinvención? Nadie sabía bien lo que ofrecería este cambio de cadena, esta salida de Antena 3 para comenzar andadura en Telecinco. Lo que era antes el número 21 de la urbanita calle Desengaño cambiaba de cimientos y estructura para pasar a convertirse en una comunidad de vecinos situada casi en el extrarradio, en un espacio llamado Mirador de Montepinar. En su gran mayoría se había repescado al reparto que terminó ANHQV, aunque, para que no se les acusase de plagio –Antena 3 presentaría el día 25 de mayo de 2007 en el Juzgado de lo Mercantil una demanda por plagio a Telecinco, cuando únicamente se habían emitido tres episodios de la serie–, los roles de esta adaptación intentaron lucir difuminados de la mejor manera posible para así no ajustarse a costuras anteriormente hilvanadas. ¿Dónde residía el problema? Faltaba ritmo. Por mucho que en el principio de una primera temporada se deba presentar a los protagonistas y las tramas primitivas, las mismas no cojearán en gancho... ¡Pero las iniciáticas de La Que Se Avecina sí lo hacían! No fuimos pocos los que nos retiramos antes de tiempo, justo tras aquel errabundo piloto inaugural, creyendo que ANHQV había dejado un hueco imposible de llenar.
 
 
Sin embargo, y tal vez nostálgicos de ciertos actores, de sentirlos casi cual familia tras la adicción que generó ANHQV, volvimos a sentarnos frente al televisor para ofrecer esa segunda oportunidad que todos nos merecemos. Y entonces nos topamos con un capítulo titulado “Un reencuentro, un desalojo y un torneo de pádel” –el séptimo, más en concreto–, y todo cobró sentido al momento. Habían vuelto, la chispa estaba ahí, sólo necesitaban desengrasarse un poco más, pero el humor resultaba el de antaño. Qué pasó entonces; muy sencillo, la cosa no decreció, ni tampoco intentó escalar hasta los límites que su antecesora pudiese tener en cuanto a temas que tocar o no tocar. ¡La Que Se Avecina sería un mundo aparte! Un mundo no, ¡una galaxia! Personajes como Enrique “concejal de Juventud y Tiempo Libre” Pastor, Leo, Antonio “mayorista, no limpio pescado” Recio, Maxi “qué somos, ¿leones o huevones?” Angulo, Coque, Berta o Nines, al igual que sus hazañas humorísticas, son rememoradas semana tras semana por grupos de compañeros de trabajo, en los chascarrillos de las amigas de la universidad, en las charlas por las redes sociales.
 
Ahora bien, ¿dónde radica el acierto? ¿De dónde salió el dardo que se clavó finalmente en el centro mismo de la diana? En los nuevos guiones, cada vez más deliciosamente idos, más políticamente incorrectos, más destroyer, cargados de unas fechorías extreme narradas a velocidades de infarto. Los actores ya no tienen un rol, ya no tienen un personaje en el que meterse; Pablo Chiapella no hace de Amador Rivas, al igual que tampoco Eva Isanta pone sus rasgos a Maite Figueroa... Pablo es Amador, Eva es Maite, y así con todos. Cada protagonista de esta obra coral ha embrujado cual encanto de vudú a los actores, haciendo que no tengan que pensar en cómo tal o cual haría esto o aquello; ellos sólo viven con normalidad dentro del plató pues ellos son sus álter egos, y no volverás a imaginarlos en otras situaciones, en otros papeles, en otros seriales pues han hallado la historia a la que pertenecen. Y la sexta temporada recién estrenada hace que me reafirme en mis palabras. Por lo tanto, no existe competencia posible; en pleno octubre de 2012 hay que dejar claro que ANHQV era una cosa y La Que Se Avecina otra totalmente distinta, por mucho que sus puntos de partida sean similares o, mejor dicho, idénticos. Su humor es diferente, situado en niveles diferentes, en altillos diferentes, en diferentes cajones y eso las hace seguir siendo tan disfrutables por separado.
 
por Sergio Guillén

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